Estamos en la Era del cambio de conciencia. En la conformación de un nuevo hombre.
Esto lo pregonamos hoy en día, de acuerdo a la necesidad urgente de mejorar para superar nuestra raza. Y salvar así los turbulentos tiempos que amenzan con destruirnos; según se afirma por doquier.
No cesamos de ofrecer muchas formas de lograrlo, recurriendo a la formación de grupos, elaboración de cursos, dictado de conferencias, programas de tv y radio, escritos en revistas y libros... Y recalcar mayormente en las redes sociales.
No obstante, acabo de releer al azar, mientras aguardaba entrar a consulta médica para chequeo de rutina, un libro que extraje de mi biblioteca por instinto; de ninguna manera por razonamiento.
Lo hice para matar el tiempo de espera en una tediosa antesala, como suele suceder.
Pero la obra que llevaba en mis manos era nada menos que el clásico "El retorno de los brujos" de Louis Pauwels y Jacques Bergier.
¿Por qué y para qué habría de cargar con ese valiosísimo documento?...
Lo sabría cuando cómodamente sentado en mullido sillón que invitaba más a dormir que leer, abrí -¿también por instinto?-la página 293.
Lo que leí me sorprendió al grado de casi saltar de mi asiento.
Un párrafo que me hizo ver que la tarea febril del cambio del hombre nunca ha cesado.
Empero, luchamos por ella con ahínco en estos tiempos, en este nuevo siglo, como si fuera la primea vez.
Pero no. Ahora me doy cuenta que es faena de siempre.
Sí, porque la muy famosa obra, que hizo furor en sus tiempos -y ¿por qué no para la eternidad?-, data del año 1966. La publicó Plaza & Janés, S.A.
Reproduzco literalmente el párrafo que leí en la Segunda parte de "Algunos años en el más allá absoluto". Capítulo V. El hombre no está acabado. Está al borde de una formidable mutación que le dará los poderes que los antiguos atribuían a los dioses. Algunos ejemplares del hombre nuevo existen ya en el mundo, venidos de allende las fronteras del tiempo y del espacio.
La pregunta de cuándo se llevará a cabo esta transformación, está quizás más en cada uno de nosotros que en nuestros guías, quienes merecen todos mis respetos.
Luis Ramírez Reyes
Esto lo pregonamos hoy en día, de acuerdo a la necesidad urgente de mejorar para superar nuestra raza. Y salvar así los turbulentos tiempos que amenzan con destruirnos; según se afirma por doquier.
No cesamos de ofrecer muchas formas de lograrlo, recurriendo a la formación de grupos, elaboración de cursos, dictado de conferencias, programas de tv y radio, escritos en revistas y libros... Y recalcar mayormente en las redes sociales.
No obstante, acabo de releer al azar, mientras aguardaba entrar a consulta médica para chequeo de rutina, un libro que extraje de mi biblioteca por instinto; de ninguna manera por razonamiento.
Lo hice para matar el tiempo de espera en una tediosa antesala, como suele suceder.
Pero la obra que llevaba en mis manos era nada menos que el clásico "El retorno de los brujos" de Louis Pauwels y Jacques Bergier.
¿Por qué y para qué habría de cargar con ese valiosísimo documento?...
Lo sabría cuando cómodamente sentado en mullido sillón que invitaba más a dormir que leer, abrí -¿también por instinto?-la página 293.
Lo que leí me sorprendió al grado de casi saltar de mi asiento.
Un párrafo que me hizo ver que la tarea febril del cambio del hombre nunca ha cesado.
Empero, luchamos por ella con ahínco en estos tiempos, en este nuevo siglo, como si fuera la primea vez.
Pero no. Ahora me doy cuenta que es faena de siempre.
Sí, porque la muy famosa obra, que hizo furor en sus tiempos -y ¿por qué no para la eternidad?-, data del año 1966. La publicó Plaza & Janés, S.A.
Reproduzco literalmente el párrafo que leí en la Segunda parte de "Algunos años en el más allá absoluto". Capítulo V. El hombre no está acabado. Está al borde de una formidable mutación que le dará los poderes que los antiguos atribuían a los dioses. Algunos ejemplares del hombre nuevo existen ya en el mundo, venidos de allende las fronteras del tiempo y del espacio.
La pregunta de cuándo se llevará a cabo esta transformación, está quizás más en cada uno de nosotros que en nuestros guías, quienes merecen todos mis respetos.
Luis Ramírez Reyes
