De mis archivos
Desde la antigüedad siempre se dijo que el fin de la Tierra ocurriría como un “castigo de Dios” por el mal comportamiento del hombre.
Para esa época, también las personas estaban convencidas que la Tierra era plana y que más allá de ella, hacia arriba, sólo existía “el cielo que era el Reino de Dios”, y hacia abajo, “el infierno”.
Pero si aplicamos la lógica y analizamos las Leyes Naturales del Universo, entre ellas la Ley de la Conservación de la Energía y Ley de Causa y Efecto, este fin nunca ocurrirá de la forma en que siempre se ha descrito.
¿Es que acaso los seres humanos no tienen derecho de evolucionar así como el resto de las especies?
¿Incluyendo la Tierra y el resto de los planetas, estrellas, soles, galaxias…?
La destrucción total jamás sucederá.
Por lógica, cuando los seres humanos alcancen su grado de perfección humana, puede que se extingan como especie densa, pero sus energías proseguirán vibrando en otras dimensiones, y el resto de lo que existe también continuará con su proceso evolutivo.
Si acaso ocurriera una casi o total destrucción del planeta ocasionada por la ignorancia colectiva, las energías contenidas en él quedarían momentáneamente suspendidas en el tiempo y en el espacio.
Es decir, aquellas esencias o almas que todavía no hayan alcanzado la perfección energética para ese mal conceptuado final, tendrán que esperar quizás miles de millones de años hasta que nuevamente se forme el planeta y hasta que se den las condiciones ambientales y climáticas perfectas que permitan la vida y así su continuidad evolutiva, junto al resto de las energías.
Sería algo muy similar a un nuevo comienzo.
El Universo es perfecto y todo lo que en él habita. Después de una causa se originarán los efectos, que luego éstos, han de ser las causas para los nuevos efectos.
Nada es casual, nada es fortuito, ni al azar ni coincidente.
Cuando los individuos comiencen a entender la responsabilidad energética individual en cada una de sus acciones, se dejarán guiar por la conciencia, y en consecuencia irá disminuyendo, naturalmente, la población.
Esto ocurrirá, porque pocas almas o ninguna, tendrá la necesidad de encarnar, razón por la cual las personas tendrán más tiempo de vida para poder ir saldando sus “deudas energéticas”.
Así irán transformando las energías de los falsos deseos, las ambiciones, caprichos, afanes, odios, venganzas, envidias, lujuria, violencia...
No se necesitarán jefes, gerentes, presidentes,…
El mundo será un solo país porque no existirán fronteras. Todos sabrán lo que deben hacer con sus vidas sin necesidad de divisiones, ni exclusiones, ni preferencias…
La Tierra volverá poco a poco a las mismas condiciones iniciales hasta desvanecerse o hasta “liberarse energéticamente ”, porque habrá “cumplido con la misión” que le fue encomendada desde el inicio del tiempo.
Por tales motivos, la evolución energética deroga la creencia de que Dios es vengativo y cruel con aquél que comete un “pecado”.
En realidad, Él no se deja llevar por las emociones mal llamadas “humanas”.
Él es perfecto y por lo tanto Inteligente.
Tampoco practica el favoritismo por el que más rece o el que más ruegue o el que se arrepienta de sus pecados cuando le llegue el momento de la muerte.
O por el que más le lleve flores o le encienda velas.
En todo caso, eso es chantaje y creer que Dios es fácil de comprar, corromper o está muy necesitado
de cosas materiales o de idolatría.
Entonces, tú decides si retrocedes al seguir sumergido en el caos, o participas conscientemente en la evolución de nuestro planeta y de la raza humana.
E.V.R.
Carmen
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