domingo, 14 de marzo de 2010

¿NOS SALVARÁN ELLOS O NOSOTROS MISMOS?


Editorial


En mi calidad de aliénlogo (como puedo autodefinirme al ser desde siempre, más partidiario del estudio de los aliens=extraterrestres) aporto la siguiente consideración.

Dando por hecho que tenemos inteligencias de otros planetas circulando entre nosotros, muy bien camufladas, pasando por seres comunes –como me sucedió en la Zona del Silencio cuando me perdí con mi fotógrafo de Prensa y nos salvaron- éstas no tienen porqué corresponder a un mismo patrón de conducta ni provenir de una similar rama troncal. Es decir ni todas de un mundo equis, ni ser de naturaleza global.

Y al hablar de formas de comportamiento, las mismas resultan tan normales como disímbolas y seguidoras de una línea para mi gusto antilógica, puesto que muchos de los ovnipasajeros o tripulantes de los navíos estelares asumen posturas con el terrícola que escapan a su sentido común, inspirándole actos incomprensibles que van en contra de las normas morales y sociales; de nuestros hábitos generales.



-Un ejemplo: quienes manejan el poder oculto que mueve a las masas al borreguismo. Esto bajo la etiqueta del “Nuevo Orden Mundial”.

Asimismo hemos de entender que diseminados por doquier los hay (alienígenas) con buenas intenciones de ayuda, generosidad, apoyo espiritual; inspiradores del bien y la solución a nuestros problemas –aclarando que de ninguna manera impositiva (por el respeto al libre albedrío)-

Buena disyuntiva en estos tiempos de tanta confusión, otro hecho provocado por muchos de Ellos. Sumado a los trastornos mortales del planeta, que se cobra la factura una vez que el hombre ha contribuido a su desgaste ecológico y climático, a la par que subterráneo –orden tectónico-.

¿A dónde vamos? ¿Al caos echándonos la culpa unos a otros y en cierta forma como personas débiles aprovechadas por los no humanos que buscan un control total de la humanidad?

Sembrados
Y existe una raza más entre nosotros: los terrícolas sembrados.
Interesante conocerlos.


Decía que las manifestaciones y formas de aquellos que proceden de planetas cercanos o muy equidistantes del nuestro, como es de todos sabido suman muchas, a la vez que resultan tan variables como incomprensibles, inimaginables, complejas...

Se trata de otra clase por demás singular, ya que se esconde con sutileza extrema, entre usted y yo quizás.

Me refiero a la gente denominada en ovnilogía, “sembrada”.


Consiste -la aplicación de este término- en unos seres humanos que se conducen aparentemente como todos nosotros, pero que en su interior resultan muy distintos y manifiestan paulatinamente poseer "algo" que los hace diferentes de sus congéneres.


Muestran amén de rasgos, inclinaciones poco comunes que se disparan dentro del contexto humano y llevan, al momento de someterse a un test ex profeso, sangre de otros entes provenientes de algún lugar del espacio exterior.

Salvación
De lo anterior se infiere la necesidad del terrestre de tomar posesión de su real naturaleza: la que proviene de una energía superior universal llena de poder y saber en pro de una existencia llevadera, exitosa, saludable. Todo en unicidad y equilibrio con el Universo en el que habitamos.

Hemos pues de rechazar toda influencia que nos saque del orden. Además de aceptar recomendaciones que nos reubiquen en nuestro proceder, vengan de quien vengan: del espacio sideral o del nuestro.


Pero ¡cuidado, porque sobran los lobos disfrazados de ovejas a nivel hasta estelar!




Sí, alienígenas que presumen de bondad cuando en realidad se trata de malignos que buscan engañarnos para su propósito: tener control de nuestros actos de una manera sutil.

Aun así, lo ideal es valorarnos en toda la extensión de la palabra y ser “¡nosotros mismos!”. Rescatar y aplicar nuestros auténticos valores morales. No actuar necesariamente gracias a tal o cual entidad; llámese como se llame.

Don de la Creación es la individualidad, que debemos defender y conservar en perfecta directriz, a toda costa. Ello hasta para satisfacción total de nosotros mismos y ejemplo a quienes nos suceden y rodean.

Luis Ramírez Reyes