MI PENSAR
La gratitud, divino tesoro
¿Es realmente cierto que se extinguen los valores morales en el habitante de este mágico y esplendoroso planeta?
Sinceramente, ¡no lo creo!
Ocurre más bien que las virtudes se están escondiendo en lo más recóndito de nuestro ser. De ahí la necesidad, como sostengo en mi obra literaria “El Valor de Ser Yo”, de aplicarlas lo más y mejor que podamos.
Prueba de ello es lo que no hace mucho me ocurrió con una persona en un centro comercial.
Un hombre de no más de 50 años me abordó para preguntarme si me acordaba de él. Había sido el mesero que más me atendía ¡20 años atrás! en un comedero de cocina casera del Centro Histórico de la ciudad de México. A ese lugar acudía más que regularmente, cuando laboraba en una estación de radio capitalina cercana al “Restaurante Armando”
“No olvido ni lo olvidaré, don Luis (…) porque usted me obsequió cierto día uno de sus libros de extraterrestres. Tal vez no recuerde este acto; menos a mí”, me expresó textualmente.
Más que admirado (y por ende agradecido consecuentemente) por la memoria del sencillo individuo, reparé en el importante hecho de que ¡aún hay valores morales en mi país, México! Y uno de ellos es justo el de la gratitud, divino tesoro que nos adorna y que exige salir a flote para deleite de nuestros semejantes y mejoría de la convivencia humana.
Luis Ramírez Reyes
La gratitud, divino tesoro
¿Es realmente cierto que se extinguen los valores morales en el habitante de este mágico y esplendoroso planeta?
Sinceramente, ¡no lo creo!
Ocurre más bien que las virtudes se están escondiendo en lo más recóndito de nuestro ser. De ahí la necesidad, como sostengo en mi obra literaria “El Valor de Ser Yo”, de aplicarlas lo más y mejor que podamos.
Prueba de ello es lo que no hace mucho me ocurrió con una persona en un centro comercial.
Un hombre de no más de 50 años me abordó para preguntarme si me acordaba de él. Había sido el mesero que más me atendía ¡20 años atrás! en un comedero de cocina casera del Centro Histórico de la ciudad de México. A ese lugar acudía más que regularmente, cuando laboraba en una estación de radio capitalina cercana al “Restaurante Armando”
“No olvido ni lo olvidaré, don Luis (…) porque usted me obsequió cierto día uno de sus libros de extraterrestres. Tal vez no recuerde este acto; menos a mí”, me expresó textualmente.
Más que admirado (y por ende agradecido consecuentemente) por la memoria del sencillo individuo, reparé en el importante hecho de que ¡aún hay valores morales en mi país, México! Y uno de ellos es justo el de la gratitud, divino tesoro que nos adorna y que exige salir a flote para deleite de nuestros semejantes y mejoría de la convivencia humana.
Luis Ramírez Reyes
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