jueves, 30 de julio de 2009

EL VALOR DE LA POBREZA



Muy conmovedora historia tengo qué compartir. Y muy digna de considerar por estar ligada justo al Valor de Ser, que desde la óptica de la Ley de la Atracción, da prueba de la efectividad; en este caso de la oración.

Cierta mañana, al abordar un vehículo del transporte público y sentarme al lado del chofer, persona humilde, sencilla y amable que no rebasa los cuarenta años, acostumbrado como soy, a conversar para aligerar lo tedioso del trayecto, en un momento el del volante se sinceró y desahogó un triste episodio al tener a su pequeña de once años afectada por infección renal que la puso en etapa terminal.

El dolor de mi confesor regresó reflejado en una lágrima que le vi derramar mientras conducía por una larga avenida congestionada del estado de México. La operación la realizaba -como todos los conductores diría magos de la sobrepoblada zona del norte del Valle de México- al tiempo que atendía cobro, descenso y ascenso del pasaje.

En pocas palabras, padre y madre jóvenes sufrieron la tragedia de ver a su niña tan enferma, que su estado obligó al progenitor a vender la casita que con agotadores y mal remunerados trabajos, sumados a los de su esposa, había construido.
Sus escasos ahorros, más lo obtenido por el inmueble, quedaron en médicos particulares sin salvación para la paciente, que cada día parecía estar más cerca de la muerte. Para colmo, una apendicitis a los doce años, la agravó.

Sin embargo, en medio de la desolación: sin dinero y la hija sin remedio, llegó la luz a sus corazones. Un buen día los tres decidieron viajar al pueblo natal, un rincón muy escondido del estado de Oaxaca. Allí se encomendaron fervientemente al santo patrón, a la Virgen del Guadalupe y al Niño Doctor .

Sus oraciones fueron escuchadas. Al poco tiempo la enferma comenzó a sanar hasta quedar completamente fuera de peligro.


“Ya corre, juega, estudia y obtiene buenas calificaciones. ¡Es una niña normal!”, me expresó orgulloso el papá, no sin antes de terminar su relato, confesarme: “No hemos podido reponernos económicamente, pero la vida de nuestra niña nos da toda la felicidad que pudiéramos concebir”.


Consideración

De lo anterior infiero que el pasaje de un ser marginado que lucha por dar cobijo y de comer a los suyos, es un reflejo de la Ley de la Atracción que no ve condición social y cultural. Opera por igual en menesterosos y acaudalados.

Nadie escapa del dolor de un hijo enfermo y da su vida por él.


Ejemplo lo dio el hombre que entrevisté para este blog, persona de muchas posibilidades económicas que le han permitido hacer el bien por la tercera edad, las madres solteras y los niños (a través de altruista asociación). Y recientemente elegido Diputado Federal por el 22 Distrito de Naucalpanvalio.
Me refiero al licenciado David Sánchez Guevara.

El generoso político me reveló en exclusiva para El Valor de Ser, la imborrable desgracia de haber perdido a un hijo pese a brindarle las más caras atenciones médicas.


Con manifiesta sinceridad, en medio de su desahogo expresó que aumentaba su mortificación pensar cuánta gente pobre pasa por el triste episodio de un vástago enfermo y no tiene recursos para atenderlo.


La desolación no mide condiciones socioeconómicas, credos ni culturas.

Y en el caso que me ocupa, fue el valor de la oración, medio sanador comprobado, el que dio luz a quienes tanto la necesitaban.


La pobreza material, no la espiritual, cobró su valor de ser conllevando amor, fe, entrega y devoción.


Luis Ramírez Reyes

1 comentario:

  1. Linda historia, gracias por este hermoso ejmplo del valor de la pobreza, hoy en clase vamos a hablar acerca de él y con esta historia estoy comprendiendo mejor. Sigue así =D

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